BESTIAS
SALVAJES
Las bestias salvajes amenazan constantemente a
la civilización. Desde los relativamente poco peligrosos atuq hasta los
imponentes unqa, un viajero no debe subestimar nunca a estas terribles fieras.
La mayoría son depredadores, capaces de dar cuenta de incluso un guerrero
experimentado y bien armado. Aunque no cuenten con la inteligencia de los
sintientes, gozan de mucha astucia y, en igualdad de peso, de más fuerza.
Especialmente si los comparamos con aquellos
acostumbrados a vivir una cómoda vida en la ciudad o desnutridos por una
existencia de padecimientos. Es normal que resulten un espectáculo tan
fascinante y exótico para los habitantes de las ciudades.
· Wanako.
El
wanako habita tanto en las cordilleras de Hanan y Hurin como en el gran
altiplano de la primera. Se trata de un animal salvaje de aproximadamente tres
cuartos de vara de alto y cinco runcus de peso que cuenta con seis extremidades
largas y atléticas. Existen varias coloraciones si bien las variaciones nos
mínimas y van del marrón claro al canela oscuro. La cara suele ser gris y el
vientre blanquecino.
Vive
en rebaños compuestos por hembras, sus crías y un macho dominante. Los machos
solteros forman rebaños independientes y mientras los rebaños de hembras son
relativamente pequeños, raramente superando la docena de individuos, los de
machos solteros puede llegar a agrupar a más de una cincuentena.
Cuando
un wanako detecta una amenaza alerta al resto del rebaño mediante un balido
agudo para que este inicie la fuga. El macho suele colocarse a la retaguardia
del rebaño para protegerlo. Los wanakuna pueden alcanzar velocidades
considerables incluso en terrenos abruptos y pendientes rocosas y son buenos
nadadores.
La
fibra de wanako es particularmente preciada por su tacto suave y se emplea para
elaborar tejidos lujosos. La calidad de su lana es solo superada por la de la wikuña.
· Wikuña.
La
wikuña comparte un pasado común con el wanako y su morfología es similar. Sin
embargo habita exclusivamente regiones en altura y es a todas luces menor en
tamaño y más grácil que el por otra parte más numeroso wanako. Raramente
superan la media vara de altura y su peso varía entre los dos y los cuatro runcus.
Las
wikuñas producen una cantidad muy pequeña de lana de excelente calidad cuyo
precio es elevadísimo puesto que solo pueden ser esquiladas una vez cada tres
años. Además para ello deben ser primero capturadas lo que dificulta la tarea.
La
mayoría de las grandes culturas sikimira y kumihin prohíben la caza de wikuñas
y las ropas elaboradas con su lana están destinados solo a las castas
superiores o las reinas. Los Hijos de la Primera Esposa del sol hacen pagar con
la propia vida a cualquiera que ose atentar contra uno de estos gráciles
animales.
· Unqa
El
Unqa es el principal depredador de Karuchaqana. Este cazador solitario y
oportunista es estrictamente carnívoro y, si bien prefiere las selvas densas y
húmedas, lo cierto es que se ha acomodado a una gran variedad de terrenos
boscosos y abiertos.
Es un animal robusto y musculoso con un peso que
oscila normalmente entre los tres y los cinco runcus, aunque las leyendas hablan de bestias que alcanzan los seis
y siete runcus de peso o más. Las hembras suelen ser algo menores que los
machos cuya longitud varía entre la vara y la vara y media. Su cabeza es
voluminosa y con una mandíbula prominente y los ejemplares adultos tienen una
mordedura excepcionalmente potente que les permite perforar caparazones
acorazados y utilizar un método poco habitual para matar: ataca directamente la cabeza de la presa para
proferir un mordisco fatal que atraviesa el cráneo con sus colmillos alcanzando al cerebro.
La estructura corta y robusta de sus miembros hace
que sea muy hábil a la hora de escalar, arrastrarse y nadar. Pueden arrastrar presas muy pesadas
distancias considerables y pulverizar los huesos más duros.
Suelen ser de un
color entre amarillo pálido y castaño rojizo. El exoesqueleto está cubierto de
unas manchas en forma de rosa para camuflarse en
su hábitat selvático, sin embargo el vientre, el cuello y la superficie
exterior de las patas son blancos. Excepcionalmente pueden encontrarse
individuos completamente negros. Estos unqa son los más temidos pues muchas
culturas los asocian a espíritus malignos.
Es un animal solitario que suele establecer un
territorio de caza exclusivo que raramente se superpone con el de otro
individuo. Prefiere tender emboscadas a
verse obligado a perseguir presas y no hace ascos a la carroña. La civilización
le ha obligado a retroceder pero los territorios salvajes de Karuchaqana son
todavía sus dominios y cualquier viajero debe mantenerse alerta pues pocos
narran con alegría un encuentro con un unqa.
·Poma
Emparentado
con el unqa el esbelto y ágil poma es un cazador y depredador de emboscada que
prefiere los hábitats con vegetación densa pero que se ha adaptado a vivir en
prácticamente todos los rincones del archipiélago.
Aunque
puede llegar a ser tan grande como un unqa lo habitual es que su peso oscile
entre los dos y los cuatro runcus
y su longitud es de alrededor de vara y media. Se trata de una criatura menos
poderosa y musculada pero igualmente temible.
De coloración uniforme, el exoesqueleto es
generalmente dorado, pero se conocen individuos
de color gris plateado o rojizo. Posee
poderosas extremidades con cinco garras retráctiles que emplea para aferrarse a
sus presas. Esta musculatura además característica le permite un gran salto,
tanto vertical como horizontal, y una gran capacidad de carrera corta, siendo
además un excelente escalador.
Al igual que el unqa se trata de una criatura
territorial y solitaria que por lo general evita a los sintientes pero que debe
ser respetado y temido.
En
el señorío de Huarochirí se narra una leyenda según la cual Wiraqocha, yendo en
persecución de la diosa Cahuillaca encontró en el camino a un poma, a al que
preguntó por la mencionada diosa. El poma respondió indicando que la diosa
estaba muy cerca y que si Wiraqocha se apresuraba la alcanzaría. El dios, agradecido
por la respuesta, bendijo a la criatura con el siguiente augurio: "serás respetado y temido por todos y te
designo como verdugo de los impíos. Te otorgo la facultad de devorar a los
pecadores y de ver su falta en sus ojos. Serás honrado tras tu muerte, y los
sacerdotes más dignos vestirán tu carcasa cubriéndose con ella para completar
ceremonias y sacrificios en tu honor y en el mío propio". Esta leyenda
justifica que en muchas zonas de Karuchaqana sacerdotes y hechiceros empleen la
carcasa del poma, previamente tratada, a modo de vestimenta ceremonial.
· Ukumari
Esta
criatura habita exclusivamente los bosques húmedos de las Anti tanto de Hanan como
de Hurin.
Aunque
puede alcanzar la vara y media de altura y hasta los ocho runcus de peso lo común es que ronden los cinco runcus y una vara de alto como máximo.
Su
exoesqueleto es por lo general negro pero su cabeza, grande en relación al
resto del cuerpo, presenta manchas blanquecinas que se extienden alrededor de
los ojos bajando por el cuello hasta el pecho, y cuya forma varía mucho entre
individuos. Posee cinco dedos con garras largas y curvas no retráctiles en cada
una de sus seis extremidades y sus robustas patas traseras les facultan para
una postura erecta que utilizan tanto para mirar a lontananza como para trepar
árboles y rocas o para aparentar mayor masa corporal al enfrentarse a una
amenaza.
De
hábitos diurnos, solitarios, omnívoros, terrestres y trepadores, su
alimentación es predominantemente vegetariana. Están muy bien adaptados para
trepar y en los árboles encuentran gran parte de su alimento. Es en las ramas
de estos donde suelen establecer plataformas para su descanso.
El
ukumari está ligado a una serie de
leyendas y tradiciones de la cultura popular tanto de los sikimira como de los kumihin
y los pallaysu. Algunas de las culturas pallaysu de las vertientes de poniente
de las Anti de Hanan celebran la conocida como Fiesta del Señor de Q'oyllur
Riti en la que el ukumari tiene un papel protagonista como tótem, emblema
protector de la comunidad y a ascendiente. Los ukukus son los personajes
principales de la celebración. Estos hechiceros ascienden a los nevados
vistiendo ropajes que emulan el esqueleto del ukumari para extraer trozos de
hielo de lo alto de la montaña, amarrarlos a sus espaldas y transportarlos cual
piedras preciosas al santuario del lugar. Para estos pallaysu, los trozos de
hielo simbolizan un pedazo de estrella caído sobre Entom.
Otras
tradiciones narran diversas hazañas de los ukumari e incluso se dice que éstos
raptan a hembras pallaysu para vivir con ellas.
· Atuq
Este
cazador y carroñero de pequeño tamaño puebla tanto las laderas de las más altas
cordilleras como las praderas, estepas y bosques de ambas islas continente. De cabeza y patas rojizas, vientre, cuello y boca blancos y lomo gris
rayado de negro, raramente alcanza el medio runcus de peso.
Se alimenta de criaturas menores y en las regiones
más civilizadas es habitual que acose a los rebaños de karhuas o paquchas razón
por la cual los pastores lo detestan y les ofrecen carroña envenenada para
librarse de ellos. Pese a todo es
considerada una criatura especialmente astuta y capaz y ocupa un lugar
relevante en muchos panteones animistas de las culturas menos desarrolladas.