Historias del Concilio pretende dejar testimonio de casi treinta años de dados y rol.

En 1991 compré mi primer juego de rol. Fue El Señor de los Anillos, el juego de rol de la Tierra Media, traducido, publicado y distribuido en septiembre de 1989 por la editorial barcelonesa Joc Internacional. Era un libro de “tapa dura” con una ilustración de Angus McBride en la portada. Desde entonces y hasta hoy han pasado por mis manos literalmente docenas de manuales y entre mis amigos y yo hemos hecho rodar, literalmente, decenas de miles de dados de múltiples caras.

En 2011 hizo veinte años de nuestra primera partida y, puesto que ahora apenas si tenemos la oportunidad de quedar un par de veces al año, decidí embarcarme en el proyecto de rescatar algunas de las historias que durante este tiempo he compartido con ellos para, tras darles un formato digno, compartirlas con quien quiera leerlas. Me he propuesto publicar una aventura o módulo cada trimestre alternándolos con otras entradas sobre mi pasado, y escaso presente, como jugador y director de juego. Algunos de los módulos serán algo viejunos. Los hay bastante elaborados y otros muy sencillos. Más largos y completos o meras escenas, casi eventos para una partida rápida. Si alguien se reconoce en una de estas historias, gracias por haberlas jugado conmigo y bienvenido.

19 enero 2015

Hijos del Dios Sol - Horrores de Pesadilla y Seres de Leyenda - Parte III.

· Simpira
El señor del panshin nete, el mundo amarillo en el que vagan sin rumbo los condenados y aquellos que han sido malditos. Esta criatura oscura y siniestra, de aspecto grotesco esta coronada por dos cuernos retorcidos cubiertos de moho  y algas. Sus ojos brillantes y estrechos observan con malicia y bien parece que son capaces de leer la mente de aquellos en quien se posan siempre buscando una falta que merezca castigo.

Camina erguido sobre dos extremidades y arrastra las otras cuatro, tan largas que pueden llegar a confundirse con una cohorte de illawis, tras de sí como si de un sequito maligno se tratara. Con ellas el señor del panshin nete atrapa a los pecadores para arrastrarlos a su mundo maldito en el que pagarán eternamente por sus pecados. Nada ni nadie puede escapar de su abrazo y huir resulta inútil pues una vez el simpira te ha marcado sus interminables extremidades te alcanzarán por muy rápido que seas.

· Tunche
El tunche vaga como alma en pena por la selva. Algunas leyendas dicen que es un animal salvaje, hay cuentos que lo retratan como un brujo o un espíritu del mal que goza aterrorizando a la gente. Jamás nadie lo ha visto pero su silbido, agudo y penetrante, ha sorprendido a más de uno en la oscuridad de la noche.

En ocasiones se le escucha sobre el techo de una casa o al a orilla de un río, desde lo alto de un peñasco o entre la espesura del follaje. Todas las narraciones coinciden en que el silbido del tunche es portador de malos presagios, anuncia desgracias, enfermedad y muerte.

Burlarse de él, menospreciarlo o insultarlo puede costar muy caro pues tales afrentas solo harán que enfurecerle. El tunche perseguirá al incrédulo silbando tras el con mayor insistencia si cabe sembrando tal terror que hasta los más valientes sufrirán ataques de pánico que pueden arrastrarles a la locura o incluso la muerte.

· Ucu
El señor de las nieves o el espíritu de las montañas. Los cuentos describen al ucu como un gigantesco bípedo de facciones similares a las de un pallaysu que vaga por la puna y las altas planicies.

De color grisáceo y extremidades desproporcionadas algunas leyendas lo presentan cubierto de pelo mientras que otras atribuyen tal característica a los bastos ropajes que de forma burda se confecciona uniendo porciones de esqueleto de wikuña o wanako entre otros.

El ucu es considerado el responsable de las desapariciones que ocurren en las nieves perennes de los Anti de Hurin y Hanan y algunas de las culturas más antiguas de los valles más remotos de ambas islas continente recuerdan todavía los sacrificios que a esta criatura se realizaban en los tiempos antiguos. Tales ofrendas, normalmente de jóvenes fuertes y esbeltos que eran enviados a caminar solos en pos de las cimas próximas para ser devorados por el ucu con la esperanza de que este se abstuviera de acosar a las aldeas que cumplían con su obligaciones, fueron erradicados con la extensión del culto a Inti aunque ello no ha impedido que en algunos rincones olvidados de Karuchaqana, en los que la vigilancia de los sacerdotes de Dios Sol es menos diligente, se sigan realizando de forma secreta.

· Urucututo
Se dice que esta criatura voladora de gran tamaño habita en lo más profundo de la selva ocupando la copa de los árboles de mayor tamaño. De hábitos nocturnos se le supone un gran cazador capaz de acosar presas mayores que el e incluso de enfrentarse a las más grandes de las illawis. Sus cuatro extremidades anteriores son pequeñas e inútiles pero las dos posteriores están equipadas con afiladas garras y su mandíbula serrada es capaz de quebrar los esqueletos de la mayoría de las bestias de la selva con facilidad.

Su ulular puede escucharse a gran distancia y es para muchos un augurio de desgracias mientras que en otras leyendas se considera una señal de buena fortuna.

Los cuentos antiguos narran como los más duchos de entre los chamanes son capaces de comunicarse con los urcututos y llegar a pactos secretos con ellos, convirtiéndolos en portadores de mensajes, espías o guardianes. Abundan las historias de brujos envilecidos que recurren a estas criaturas para que, en la oscuridad de la noche, venguen las posibles ofensas sufridas lanzando dardos mágicos contra aquellos que osaron dudar del poder del brujo o marcando la cara de estos con grandes cicatrices.

El vuelo de los urucututos es silencioso y su visión excelente, incluso en la más oscura de las noches sin luna ni estrellas son capaces de distinguir a gran distancia a sus presas sea esta su cena del día o un infeliz sobre el que deben descargar la ira de su amo.

· Yacuruna
Para muchas de las culturas que han crecido junto a la orilla del gran río verde la yacuruna encarna el espíritu mágico más importante de la selva. A ella rinden pleitesía tanto las criaturas salvajes como los genios del agua y los árboles. Las leyendas narran como esta deidad pagana surca los ríos de la selva sobre el lomo de un enorme qaraywa de color negro azabache y se adorna con cinturones y collares que no son en realidad otra cosa que feroces illawis del mismo color. Esta escolta se interpondrá ante cualquier ataque que se realice contra la yacuruna, dando su vida por ella si es necesaria. Además la yacuruna puede convocar a otras criaturas para que luchen por ella si es necesario. Solo se deja ver en la oscuridad de la noche pues durante el día se retira a lo más profundo de la selva esperando que caiga el sol.

Como señora de los ríos de la selva puede comunicarse con todas las criaturas que en ella habitan haciendo de estas sus siervos y secuaces. Sin embargo la yacuruna siente debilidad por los machos fuertes y apuestos de todas las especies y se dice que tiene la capacidad de transmutarse en un hembra de gran atractivo y dulzura para seducir y arrastrar a las profundidades a aquellos que desea haciéndolos desaparecer para siempre.

Son comunes entre las gentes de la selva los rituales oficiados por chamanes y curanderos invocando a la yacuruna, con las más diversas intenciones. Su presencia puede ser reclamada tanto con objeto de obtener una bendición o solicitar una sanación como para exigir un castigo o lanzar una maldición. Se dice que, si se realizan de forma adecuada estos rituales pueden realmente convocar a la yacuruna y que en más de una ocasión este ha aceptado complacer a su invocador a cambio de un precio justo.

· Yanaunqa
Ningún brujo o chaman revelará nunca el origen de su poder pero muchos cuentos y leyendas hablan de pactos secretos entre estos y los demonios de la selva que, a cambio de ofrendas y agasajos, acceden a imbuir a los que ante ellos se presentan con capacidades que están más allá del alcance del resto de criaturas.

Tales pactos sin embargo tienen un precio y algunos de estos brujos, sedientos de poder, no temen corromper su espíritu hasta extremos impensables  con el único objetivo de aumentar su poder hasta límites blasfemos. Esta degeneración llega hasta el punto de entregarse al canibalismo. Beber sangre y comer carne de otros sintientes en ofrenda a los demonios más oscuros abre las puertas a un mundo tenebroso que los más viles ansían alcanzar. Una vez la puerta se ha traspasado ya no hay vuelta atrás y la perversión de los que la han cruzado solo puede ir en aumento de la misma forma que lo hará su sed de sangre.

A estos brujos se les conoce como los yanaunqa, los unqa negros, pues en sus cacerías se transforman en hermosos unqa cuyo esqueleto oscuro como su alma se confunde con la noche. Transformados en estas criaturas sanguinarias no temen a nadie ni nada pues se sienten protegidos por los demonios, cuando uno incluso uno de ellos, y atacan a sus víctimas sin prestar más atención a si están solas o acompañadas o si portan armas o no.

Una vez saciada su hambre y de regreso en su cubil los yanaunqa recuperan su forma normal y no hay detalle que delate sus fechorías. Es por este motivo que prácticamente todas las culturas de Karuchaqana temen a los unqa de color negro y los consideran mensajeros del más allá, criaturas aterradoras y portadores de noticias aciagas.

· Yuraqunqa
Así como los unqa de color negro son considerados criaturas maléficas los albinos, o yuraqunqa, son todo lo contrario. Estos espíritus de la naturaleza simbolizan la pureza ancestral y se les considera enviados del mismísimo Inti, los guardianes de la fe llegados a Karuchaqana para guardar a los hijos del Dios sol de los males que les acechan.

Gráciles y esbeltos a la vez que feroces y resolutos los yuraqunqa aparecen cuando la situación se torna desesperada y la sombra y la corrupción abruman a los fieles de Inti para combatir la oscuridad y portar la luz de la esperanza. 

12 enero 2015

Hijos del Dios Sol - Horrores de Pesadilla y Seres de Leyenda - Parte II.

· Mapinguari
Los mitos describen a los mapinguari como espíritus protectores de la naturaleza. Criaturas bípedas de gran tamaño y fauces enormes que persiguen a aquellos que no respetan la naturaleza.

De fuerza descomunal y garras afiladas su cuerpo desprende un olor hediondo que puede llegar a marear o incluso aturdir a los que se acercan a ellos.

Según cuentan las leyendas los mapinguari morán en cuevas y madrigueras ocultas en recodos inaccesibles de los bosques y todos los que se alejan de la civilización y se adentran en los territorios salvajes, ya sean cazadores, leñadores o recolectores, temen encontrarse con una de estas criaturas pues tienen por costumbre arrastrarlos hasta sus guaridas por la fuerza y hacerlos participes de las orgías que la comunidad organiza. Los sorprendidos por tal infausto encuentro son retenidos y sometidos a los caprichos de los mapinguari hasta que la lascivia de estos acaba por destruir sus mentes y sus cuerpos.

Hay historias que recuerdan a algunos afortunados que fueron liberados tras días o semanas de castigo en las lindes del bosque o la selva, magullados y maltrechos. Estos desafortunados sin embargo, aunque puedan  recuperarse de sus heridas jamás olvidarán el tormento al que han sido sometidos. Sus mentes han sido doblegadas y el horror vivido los convierte sin excepción en personajes asustadizos y cobardes.

Hay también quien dice haber logrado escapar de tal calvario por sus medios y que, pese a que esto es improbable, afirman haber reconocido entre el resto de cautivos a conocidos que a lo largo del tiempo desaparecieron sin dejar rastro para n regresar jamás. Estos, envejecidos prematuramente por el vicio o quizá por el miedo, no son capaces de reconocer a los recién llegados. Es más, han dejado de hablar para siempre y, envilecidos, se someten con docilidad y hasta complacidos a las bajezas y suplicios que las orgías de sus captores demandan.

· Motelo
No hay pueblo de la selva que no haya oído hablar del motelo, la criatura inmensa que deambula de forma terroríficamente lenta por la espesura. Se cuneta que el motel oes tan inmenso que sobre su caparazón ha echado raíces un pedazo de naturaleza cubriendo todo su lomo de árboles que viajan de forma itinerante de un lugar a otro y llevan con ellos a la fauna que los acompaña.

Algunas historias cuentan incluso que en lo más profundo de esa pequeña selva que el motelo porta su espalda hay una ciudad majestuosa de grandes avenidas y descomunales pirámides habitada por una especie dotada de una sabiduría proverbial. Aunque tal creencia se considera una blasfemia entre los hijos del dios sol hay leyendas que afirman incluso que tal urbe y sus pobladores alcanzaron Karuchaqana cruzando el mar de levante a lomos del motelo y que lo que en realidad porta sobre su caparazón esta monstruosa bestia no es otra cosa que una porción del Gran Paitití, el paraíso terrenal, el lugar donde se originó la vida.

Sea esto cierto o no en lo que sí coinciden la mayoría de narraciones es en culpar de los movimientos de tierra y los terremotos al motelo que con su lento y torpe caminar hace vibrar el suelo y sus pasos retumban sobre la corteza de Karuchaqana con tal fuerza que se perciben, con más o menos violencia, desde los rincones más lejanos.

· Murik
Los que se han adentrado en la oscuridad de las cavernas que horadan los Anti tanto de Hanan como de Hurin cuentan que en no pocas ocasiones durante sus expediciones el silencio de las profundidades se ha visto violentado por el rumor de voces suaves provenientes de lugares en los que en apariencia no podía encontrarse criatura alguna.

Los mineros que perforan las montañas en busca de cobre, estaño o carbón narran encuentros similares en túneles que fueron abandonados en tiempos remotos.

Son las voces de los murik, los habitantes de las profundidades, criaturas esquivas y menudas que  nunca se dejan ver y huyen en cuanto uno trata de aproximarse a ellos. Hay incluso quien asegura que estos misteriosos seres pueden volatilizarse sin más para convertirse en nubes de vapor oscuro y desaparecer así a través de las grietas y resquicios en la roca. Nadie acierta pues a describirlos con precisión pues no hay quien haya logrado todavía dar caza a uno de estos escurridizos seres aunque tampoco son muchos los que lo han intentado pues dicen los que han pasado mucho tiempo bajo tierra que los murik son extremadamente celosos de su intimidad y cuando uno se aproxima demasiado a aquellos rincones en los que moran no le permiten regresar a la superficie jamás.

Por este motivo los que deben invertir muchas horas bajo tierra se dan media vuelta y regresan por donde han venido en cuanto perciben los primeros susurros en la oscuridad. Los cuerpos inertes que en ocasiones aparecen en los rincones más oscuros de túneles y cavernas son una advertencia lo suficientemente explícita como para obviarla. Estos desafortunados suelen mostrar signos de asfixia lo que hace pensar que los murik gustan de sorprender a sus víctimas cunado están desprevenidas, apareciendo de improviso desde la negrura para aferrarse a sus cuellos con fuerza, clavando sus pequeñas garras en estos y apretando con intensidad hasta que el incauto perece por falta de aire.

· Nakaq
El nakaq está a medio camino entre el mito y la realidad. Para muchos se trata de un espectro siniestro y maléfico que aguarda a los viajeros en los recodos apartados de los caminos poco transitados de montaña. Cubierto con telas pardas se acerca a ellos de forma casual para de improviso darles muertes y vaciar sus exoesqueletos. En las sendas que este espectro malvado frecuenta no es extraño encontrarse con la carcasa inerte de su última víctima todavía completa pero hueca e inanimada.

Sus largas y afiladas zarpas le permiten practicar toda suerte de perforaciones en los exoesqueletos más duros y succionar a través de estos los órganos y, carne y grasa del interior.

En otros lugares sin embargo el nakaq no cuenta con esa aura mágica y es considerado un eficiente sicario. Un thamychakay que ha desarrollado cualidades excelentes para el asesinato y que vacía los cuerpos de sus víctimas bien por vicio o para vender el contenido a los brujos que lo requieren para crear sus ungüentos  y pociones.

Si se trata de una u otra cosa no se sabe a ciencia cierta pero en realidad tal cosa carece de importancia cuando, por mala fortuna o casualidad, te encuentras frente a él.

·Qarqacha
La infidelidad a una reina es uno de los crímenes más atroces que pueda cometer un sikimira o kumihin. El infiel que copula con otra reina se considera un depravado de tal calaña que no ha castigo que imponga un tormento suficiente como para considerar que ha pagado por su falta. De hecho ni siquiera la muerte puede considerarse como redentora cunado se comete tal fechoría. Es por este motivo que se dice que aquellos que se han rebaja a este nivel de infamia están condenados a regresar del inframundo para caminar de nuevo como muerto viviente. A estos pecadores que nunca encontrarán descanso se les llama qaraqacha y sus días de penitencia están dedicados a perseguir y castigar a sus semejantes para arrastrarlos a la muerte y condenarlos a sufrir la misma pena que ellos.

Los puros de corazón, los leales a sus reinas, los fieles y entregados no deberían temer de los qarqacha pero aquellos que esconden algún tipo de sombra en su interior, algún pensamiento impuro por irrelevante que este parezca harían bien en huir de estas criaturas pues sus ojos sin vida pueden ver hasta en los más profundo de cualquier ser para sacar a la luz los pecados que pueda ocultar e imponer el castigo que corresponda.

Los qarqacha conservan la estructura del ser que fueron en vida pero su expresión está desencajada, sus movimientos son torpes y puesto que ya han cruzado el umbral de la muerte no temen a nada y no sienten dolor.

· Sachamama
La sachamama, o hachamama dependiendo de quién narre la historia, es un illawi gigantesco y solitario, que vive en los pantanos de la selva profunda. Su apetito es insaciable y ninguna criatura es lo suficientemente feroz como para enfrentarse a la sachamama. Para algunas culturas pallaysu de las selvas la sachamama es también la encarnación del espíritu de los ríos de floresta y a ella se ofrecen sacrificios y plegarias.

Con cada presa devorada la sachamama crece un poco más hasta que llega un momento de su vida en que, tras varios ciclos asolando la selva, incrementa su peso de tal manera que ya no puede apenas moverse. Busca entonces un lugar en el que establecerse d forma permanente y con su enorme cuerpo crea un espacio abierto en el que posar su monstruosa cabeza y esperar. Deja que la vegetación cubra sus fauces y se mantiene inmóvil durante generaciones enteras si es necesario.

Con el tiempo la sachamama se convierte en un elemento más del paisaje y cuando cualquier criatura, por ignorancia o descuido, pasa cerca de sus fauces el monstruo se lanza sobre ella de forma increíblemente veloz, atrapándolo entre sus enormes mandíbulas hasta casi triturarlo.

Saciada su hambre por un tiempo la sachamama retoma su largo y placido sueño hasta que otro incauto la despierte.

05 enero 2015

Hijos del Dios Sol - Horrores de Pesadilla y Seres de Leyenda - Parte I.

Karuchaqana es un lugar lleno de misterios y lugares inexplorados así como de leyendas y mitos que se encuentran en el límite entre la fantasía y la realidad. Por este motivo es también probable que los personajes acaben por enfrentarse también con otras criaturas, únicas o excepcionales, conocidas como monstruos.

· Amaru
Los amaru son dos seres hermanos que habitan en el folklore oral de Karuchaqana y cuya historia, transmitida de generación en generación, es compartida por todas las especies y culturas locales.

Según la más popular de las versiones en los días en los que Entom era joven e Inti hollaba las praderas cubiertas de flor de sisa del Gran Paitití algunos de sus hijos arribaron a Karuchaqana. Sin la protección del dios sol estos primeros ancestrales pobladores de las dos islas continente se tenían que conformar con resguardarse en cavernas y refugios. El mundo era entonces aún más salvaje de lo que es hoy y los recién llegados se veían a todas horas amenazados por criaturas y fieras terribles que los diezmaba ne impedían progresar.

Imploraron entonces a Inti para que les protegiera y ayudara y este a su vez ordenó a la estrella Tulumanya que les enviara ayuda. Fue así que Tulumanya  hizo brotar de su pecho, con un gran estruendo, a una bestia fabulosa, con cabeza de wanako, alas y garras de wamanpallpa, patas de unqa en un cuerpo de qaraywa, cubierto de escamas, que terminaba en una cola de illawi. Era el yana amaru, el amaru negro u oscuro, el cual se dispuso a terminar con aquellas bestias que atormentaban a los pobladores de Karuchaqana. Pero, una vez cumplido el encargo, fue esté el que comenzó a acosarles por lo que los habitantes de Hanan y Hurin nuevamente suplicaron Inti que les ayudara. En respuesta a sus oraciones fue engendrado yuraq amaru, de color blanco que inmediatamente se enfrentó a su hermano de tez oscura.

Sin embargo, entre ambos y sus descomunales batallas, causaron aún mayores estragos que antes convirtiendo la vida de los hijos del dios sol en algo penoso.

Enojado ante la incompetencia de Tulumanya Inti envió a Illapu, la estrella del rayo, y a Wayrapuka, la estrella del viento a combatir a ambos amaru.  Al verlos, los dos amarus se sumergieron en el Quchanchik, pero Illapu quebró una orilla y Wayrapuka empujó las aguas para que se desbordasen y así dejando a los amarus al descubierto. Descubierto su escondite trataron las bestias de huir al cielo, pero Wayrapuka los hizo volver, e Illapa les dio el combate definitivo.

Poco antes de morir, ambos amarus se estiraron y crecieron aún más, transformándose en la dos cadenas montañosas que surcan las islas continente. yana amaru quedo tendido sobre Hanan dando lugar a los Anti y su vientre al altiplano mientras que yuraq amaru sucumbió sobré Hurin formando su cuerpo las Anti del lugar.

Otras versiones sin embargo no dan por muertos a los amaru si no que los consideran cautivos bajo los Anti, horadando con sus garras las montañas desde el interior y buscando un resquicio por el que regresar a la superficie ahora que Inti se ha retirado del mundo y este está indefenso ante su poder.

·Atuqruna
Las leyendas sobre cambiaformas son comunes tanto en Karuchaqana como Kovan. En las faldas de los Anti de Hanan se cuenta que el páramo del altiplano es el hogar de un brujo cuya edad trasciende la cuenta de los años, generaciones y ciclos. Se dice incluso que llegó a Hanan cuando Inti todavía regalaba sus hijos sus bendiciones en el Gran Paitití. El secreto de su larga vida está en su dieta, pues gusta devorar los corazones de aquellos que se aventuran a adentrarse en sus dominios.

El atuqruna, que es como se conoce a tan maléfico personaje, aparenta ser un sikimira de mediana edad pero en las tardes frías que dejan tras de sí las mañanas de lluvia se transforma en un atuq feroz, enorme, negro y de fauces babeantes. Es entonces cuando se decide a merodear el gélido páramo en busca de víctimas a las que arrancarle el corazón.

Esta antiquísima leyenda advierte de que no hay medio conocido para defenderse del atuqruna pues ni los rezos ni ningún símbolo sagrada local o extranjero lo amedrentan y de hecho suele responder a estos con aullidos estridentes similares a una suerte de risa perversa.

 · Chullachaqui
Esta criatura menuda y astuta vive en lugares remotos, ya sea en la profundidad de la selva o en los valles más agrestes e inaccesibles de las Anti. De aspecto inofensivo y bondadoso es en realidad un tirano que mantiene esclavizados a cientos de imprudentes que han aceptado seguirle. Estos cultivan para él huertos y chacras en las que crecen hortalizas y tubérculos similares a la apharuma o la yuca altamente venenosos.

El chullachaqui puede tomar el aspecto o imagen de cualquier criatura y no es raro que se aparezca a los que se extravían cerca de sus dominios con la apariencia de un familiar o conocido. Es así como atrae a sus víctimas que quedan sometidos a su voluntad y son obligados a servirle el resto de sus vidas.

Se cuenta además que aquellos que han sido abducidos por el chullachaqui olvidan por completo quien son en realidad e incluso que cuando, al dejar de serles útiles, este les abandona allí donde los encontró son incapaces de recordar su propio nombre.

· Cunuñunun Pishco
Las bucólicas laderas del Kotopaxi, el gran volcán de los Anti de Hurin con su clima benigno y su fértil suelo son sim embargo testigos de uno de los fenómenos más inquietantes de Karuchaqan, prácticamente uno de cada cuatro habitantes de la región es sordo o sufre algún problema de audición.

Los afectados pertenecen a todas las especies y edades. Entre ellos los hay sordos como una roca, que son los más dignos de compasión, los hay también del grupo que afirma oír algo cuando le gritan con fuerza y, por cierto, existen los que dicen oír como a través de una espesa cortina de ruido.

Según la leyenda el responsable de esta peculiar sordera se esconde en la vecina selva, ese laberinto verde que entre todas sus bondades esconde a un ser aterrador. Esta criatura maléfica no es en realidad una sino toda una secuencia de estas que tienen su origen en uno más de los en apariencia inofensivos árboles que pueblan las orillas de los ríos. Este árbol en concreto, de ramas espesas y follaje frondoso, no florece jamás aunque sus hojas acorazonadas y esmaltadas de un verde intenso le confieren un aspecto imponente.

Cierto día del año, al caer estas hojas al agua, se convierten en el acto en menudas criaturas achaparradas que nadan libremente cerca de la superficie. Durante el día estas hermosas bestias de color dorado juguetean una alrededor de la otra siguiendo la corriente pero al caer la noche el baile se convierte en carnicería y se devoran mutuamente hasta que solo queda uno de ellos que henchido y voluminoso se arrastra hasta la orilla donde al amanecer se transforma en una nueva fiera, alada y monstruosa, de aspecto similar al kondur, negro y horrible  cuyos dantescos graznidos pueden oírse a gran distancia.

Este monstruoso volador al que los locales llaman cual cunuñunun pishco es en realidad uno de los más prominentes siervos de Supay enviado por este para castigar a aquellos que han violado las sagradas leyes del hacedor del mundo. El sonido que emite, agudo y penetrante, es capaz de ensordecer a un pecador al instante de forma que ningún poder mágico será después capaz de devolverle la audición.

El cunuñunun pishco abandona al alba de forma  precipitada el agua tan pronto como se siente capaz de volar, y empieza describir círculos cada vez más amplios en el firmamento mientras atruena con sus gritos la región. Una vez su misión ha sido cumplida parte en busca de nubes de tormenta para regresar junto a su señor cabalgando en un rayo que le conducirá a las entrañas del mundo.

· Gentiles
Ni siquiera los Chapaqkuna, los guardianes del ancestro, creen que los gentiles sobrevivieran al cataclismo que ellos mismos engendraron. Estos seres llegados de las estrellas, cuya historia todos en Entom han escuchado alguna vez y que la mayoría desprecian como un cuento infantil, desaparecieron, si alguna vez existieron de verdad, hace miles de ciclos.

Pero hay en Entom quien todavía está en guardia pues si como cuenta la leyenda en su día descendieron de las estrellas nada les impide volverlo hacer y portar con ellos la semilla de una nueva ola de destrucción.

Los que de verdad creen en su existencia pasada cuentan de ellos que eran criaturas malvadas que no creían en dios alguno, es más que se reían de este e incluso lanzaban flechas al cielo como desafío a cualquier deidad que tratase de interponerse ante ellos. Tal era su codicia y falta de moral, tales sus perversiones y ambición que no supieron darse cuenta de los horrores que estaban a punto de desencadenar hasta que ya no hubo manera de detenerlos.

· Ichic Ollco
Entre las criaturas producto de la abominación que causo la ira de inti no hay ninguna tan odiosa como el ichic ollco pues estos no son otra cosa que la prole engendrada por Supay, el señor del inframundo.

Los ichic ollco son menudos y achaparrados, bípedos de cortas pero fuertes extremidades inferiores y con una cola larga y flexible. Su exoesqueleto es rosado y su cara rojiza. No llegan a la vara de altura y son a la vez escurridizos y veloces.

Se dice que habitan en los lugares olvidados, en casas abandonadas o en las proximidades de los cementerios siempre en busca de un alma perdida. Son extremadamente perversos y no respetan ley alguna.