
La reacción española fue el envío de un patrullero de altura de la Clase Serviola Vigia
(P-73) perteneciente a la Armada Española para proteger sus
intereses pesqueros en la zona.
Estos son
los hechos tal y como se trasladaron a la opinión
pública. La verdadera historia
de lo acontecido en el Estai permanece oculta para la gran mayoría de la población.
La
naviera propietaria del Estai llevaba años contratando los servicios
de una filial de Prometheus que actuaba en Galicia a través de una sociedad pantalla interpuesta para ocultar su
vinculación con la organización del profesor Kaufman. Esta filial de Prometheus
proporcionaba a la naviera un equipo de mutantes que empleaban sus habilidades
especiales para mejorar el rendimiento de las naves que faenaban en los Grandes
Bancos. En concreto los mutantes, que operaban desde el Estai, eran
responsables de localizar y dirigir los bancos de peces hacia las redes de las
naves propiedad del armador asegurando así una captura exitosa.
Esta
información llegó al servicio M británico a través de una filtración cuya fuente no pudo ser identificada y estos la
trasladaron a su vez a sus homólogos canadienses que no
dudaron en poner en marcha una operación para capturar a los mutantes
embarcados en el Estai. Empleando como excusa el conflicto entre las diferentes
normativas sobre los aparejos permitidos por Canada y la Unión Europea así como la proximidad de las
naves gallegas a sus aguas territoriales el gobierno canadiense se movilizo
para ocultar su verdadero objetivo. Una semana antes del abordaje, el 2 de
marzo, el CCGS Cape Roger zarpó de Newfoundland con dos
equipos de asalto del servicio M canadiense a bordo. Tras identificar acosar al
Estai durante días finalmente lo abordaron el
9 de marzo capturando a la tripulación y a los cinco mutantes de
Prometheus embarcados.
Sin
apenas tiempo para reaccionar Heracles, el brazo armado de Prometheus, puso en
marcha una operación de rescate. Era
imprescindible recuperar a los tripulantes "sensibles" que viajaban a
bordo del Estai antes de que este tocara tierra y estos pudieran ser
desembarcados y perdidos para siempre.
Jugamos
La Guerra del Fletán en otoño de 1995, cuando los recuerdos del conflicto estaban todavía presentes y frescos en nuestra memoria. Los personajes
formaban un equipo de operaciones de Heracles en formación que se ve obligado a abandonar su campo de entrenamiento
en la pequeña isla de Corvo, al oeste de
las Azores, para improvisar una misión de rescate. Provistos de
equipo limitado y con el tiempo jugando en su contra se trasladaron en un pequeño hidroavión hasta las proximidades del
Estai y abordaron la nave el día 11 de marzo. Tres de los
mutantes capturados por los servicios M canadienses fueron rescatados y
retornaron a España, los otros dos perecieron
durante la operación que resulto mucho más compleja y violenta de lo inicialmente previsto Devido a
la fuerte resistencia que los comandos canadienses opusieron. El gobierno
canadiense ocultó lo acontecido y los
tripulantes civiles del Estai recibieron una gratificación especial a su regreso a Galicia a cambio de hacer lo
propio.
La Guerra
del Fletán introdujo la realidad y el
presente en nuestra mesa transformándolos en una de las variables
más a emplear en nuestros
juegos. Obviamente Mutantes en la Sombra, por su ambientación, fue el reglamento que más
se enriqueció con esta nueva faceta y en
sucesivas sesiones los hombres de Heracles se vieron frente a frente entre
otros con narcotraficantes gallegos y comandos de ETA.
Si
dispusiera de tiempo para escribir con más continuidad y, sobre todo,
de oportunidades para hacer pasar lo redactado por la picadora de los dados,
Mutantes en la Sombra sería uno de los juegos que quisiera
poder retomar.
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