LOS SIKIMIRA
Ninguna otra especie en Karuchaqana ha llegado tan
lejos como los sikimira. Ninguna otra ha construido un imperio mayor. Ninguna
ha domesticado la tierra, los ríos e incluso las palabras con tanta virtud. Y
nada de ello es casualidad porque los sikimira son los verdaderos hijos del
Dios Sol y sus reinas y madres las esposas de este.
EL
ORIGEN DE LA CIVILIZACIÓN
Si alguna especie puede arrogarse el título de
señores de Karuchaqana estos son los sikimira. No solo controlan la ciudad
sagrada de Chakapuma si no que son ellos los que han construidos los mayores
imperios, los únicos capaces de sobrevivir a la Rit'ijina ciclo tras ciclo y renacer
de sus cenizas para ocupar su lugar en el mundo. Cierto es que la estación
blanca no respeta a nadie y que muchas reinas no sobreviven a ella. Cierto es
igualmente que los señoríos y reinos caen una y otra vez para ser reemplazados
por otros nuevos, pero no es menos cierto que ninguna otra especie ha
demostrado la energía disciplina y constancia suficiente para renacer siempre
con el mismo vigor.
Los
sikimira son arrogantes y desprecian al resto de especies. Los consideran
incapaces e indisciplinados. Mediocres. Indignos. Pero se apiadan de ellos y
les ofrecen su guía hacía la verdadera fe a cambio de su trabajo como esclavos
o siervos.
Son
los sikimira los únicos que han construido comunidades lo suficientemente
grandes para otorgarse el derecho a reclamar parte o la totalidad de Karuchaqana.
Son los únicos que han levantado estructuras imponentes, caminos, canales,
depósitos y templos.
Su
mayor aspiración no es otra que dignificar a su comunidad y hacerla digna del
perdón de Inti. Que sus reinas crucen el gran puente y regresen al Gran Paitití
para ocupar el puesto que les pertenece al lado del padre de todos ellos.
Pero
no todas las reinas ni todos los señores siguen el mismo sendero y muchas veces
estos les llevan a un choque inevitable. Los sikimira son los creadores de la
civilización, pero también de la guerra civilizada, de las intrigas, las luchas
por el poder y la ambición. Hay miles de comunidades sikimira repartidas por
todo Karuchaqana, algunas son tan pequeñas que solo incluyen a un centenar de
individuos alrededor de su reina pero las hay tan grandes como para movilizar a
millones.
HIJOS
DE LA PRIMERA ESPOSA DEL SOL
Apenas
nadie recuerda cuando llegaron a Karuchaqana
los Hijos de la Primera Esposa del Sol pero, pese a ello, son considerados unos
advenedizos por muchas de las culturas sikimira.
Los
Hijos de la Primera Esposa del Sol sin embargo se autoproclaman los verdaderos
herederos de la esencia de la vida ofrecida por Inti a las criaturas de Entom.
Tras
superar con gran entereza la última Rit'ijina que debilitó a muchos de los demás
pueblos de Karuchaqana los Hijos de la Primera Esposa del Sol han aprovechado
la Anqa y Qumir para extender su área de influencia más allá de las faldas del Anti
hasta convertirse en la más pujante de las culturas de Hanan. Muchos otros
pueblos sikimira han acabado por
doblegarse ante ellos siendo asimilados de forma más o menos pacífica o
sometidos por las armas.
Los
Hijos de la Primera Esposa del Sol aseguran que su reina Warmi es la primera esposa
del dios Sol a la que la bendición de Inti convirtió en inmortal. La reina es
por tanto no solo el máximo gobernante sino que recibe también el trato de
divinidad. La reina gobierna desde Qosqo junto a un séquito de consejeros y una
compleja red de funcionarios dedicados a la eficiente administración del
Imperio. En paralelo a estos una igualmente compleja jerarquía clerical
completa las castas dominantes.
La
fuerza de los Hijos de la Primera Esposa del Sol reside en su capacidad para
organizar el trabajo entre sus súbditos que no pagan tributos en especie si no
en horas de su tiempo dedicadas a la comunidad. A tal efecto la comunidad se divide
en colectivos de seis individuos con un líder a los que se denomina familias. Cada familia dispone de una porción de tierra que
trabajar y cada comunidad debe trabajar igualmente tierras comunales, tierras
propiedad Inti y otras propiedad de la reina. El trabajo por la comunidad
incluye no solo el trabajo de las tierras de la reina o de Inti si no también
la dedicación a la construcción de obras civiles o infraestructuras. A cambio
la administración provee a la comunidad
de aquello que no puede conseguir
por sus propios medios. La redistribución y reciprocidad son los conceptos
básicos de la sociedad de los Hijos de la Primera Esposa del Sol y su entrega
en pos de estos objetivos es total.
El
imperio de los Hijos de la Primera
Esposa del Sol se sustenta sobre una explotación agrícola intensiva en la que
destacan los cultivos del sara y la apharuma. La ganadería ocupa un lugar
secundario siendo la karhua y la paqucha los animales más preciados.
No
existe la moneda y todo intercambio se realiza mediante trueque. De todas
formas la economía del imperio es endogámica y evita el trato con otras
culturas y sociedades pues las considera a todas impuras e indignas.
Los
Hijos de la Primera Esposa del Sol aseguran que su reina es la primera esposa
del dios sol. Se conoce este culto como el de la Primera Esposa del Sol y se
trata por tanto de un credo basado en una interpretación particular del Mito de
Inti en el que el dios Sol es la deidad principal, secundada por otras muchas
menores.
Prácticamente
la totalidad de la población observa el culto oficial si bien algunos de los
pueblos asimilados o sometidos conservan sus creencias propias que son
permitidas siempre y cuando no entren en conflicto con el culto oficial.
Cualquier
culto que ponga en duda los principios del culto de la Primera Esposa del Sol es
considerado una herejía y se castiga a aquellos que no renieguen de tal.
Los
Hijos de la Primera Esposa del Sol evitan al resto de culturas y especies tanto
como les es posible pues en su credo ellos son los culpables de la expulsión de
la Primera Esposa del paraíso de Paitití.
Al
contrario que otras culturas sikimira no toman esclavos pallaysu ni
thamaykachay. Tampoco comercian con otras culturas y se muestran desdeñosos y
despectivos incluso con otros sikimira.
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