ANIMALES
DOMÉSTICOS
Siervos obedientes, los animales domésticos
comparten la vida tanto de las complejas comunidades de las civilizaciones más
desarrolladas como la de los pequeños grupos de salvajes que habitan en el
interior de la selva. Guardianes, bestias de carga y tiro, animales de compañía
o de entretenimiento, víctimas de sacrificios, rituales y ofrendas, no hay
pueblo o cultura que no haya recurrido a los animales domésticos con uno u otro
objetivo.
· Karhua.
La karhua es el
producto de centenares ciclos de selección y cría de wanakuna salvajes
domesticados. El resultado es una criatura que puede alcanzar los tres cuartos
de vara o incluso una vara completa de altura y entre los ocho y los doce runcus de peso. La karhua es un animal
social que forma rebaños el liderazgo de los cuales lo suele ostentar un macho.
Estos se enfrentan entre ellos en combates singulares a base de topetazos,
coces y escupiéndose unos a otros para demostrar su autoridad o posición
dominante.
Los recursos
proporcionados por la karhua son una de Karuchaqana. Así, su lana es hilada
para transformarla en tejido, su carne es consumida tanto fresca como secada al
sol y deshidratada lo que permite su conservación y almacenamiento por períodos
largos de tiempo. El exoesqueleto se
curte para preparar cuerdas, sandalias y otros objetos, mientras que su
excremento seco es un excelente combustible, particularmente en las alturas
donde los árboles escasean y es difícil conseguir leña.
Sin embargo uno de los usos más apreciados de
la karhua es el de bestia de carga, ya que puede
acarrear hasta dos runcus de peso y
desplazarse fácilmente por las alturas más empinadas. Las caravanas de karhuas están
conformadas principalmente por machos y para los viajes más largos, se selecciona
a machos nuevos de más o menos dos
años de edad. El mantenimiento de los animales no es difícil, no se les
proporciona otro forraje que los pastos que aparezcan en su ruta.
Las karhuas son sacrificadas por muchas
culturas en forma de ofrendas y sus órganos empleados para leer augurios y
realizar diversos rituales.
· Paqucha.
La paqucha es considerablemente menor que la karhua
y al contrario que esta no puede emplearse como bestia de carga. Una paqucha adulta
raramente supera la media vara de alto y su peso variará entre los tres y los
cinco runcus.
Las paquchakuna se crían por su lana, muy
apreciada para la confección de tejidos y que puede conseguirse en hasta
cincuenta y dos tonos de color natural diferentes. Su carne es igualmente
preciada pues tiene un sabor exquisito.
Se trata de animales sociales que viven en
grupos familiares compuestos por un macho dominante, varias hembras y sus
crías. Los rebaños de paquchas pastan en las regiones del altiplano y las
cordilleras de los Anti de Hanan y raramente son avistados en zonas costeras.
· Allqu
Fiel
compañero, extrovertido y obediente, el allqu convive con casi todas las
comunidades de sintientes de Karuchaqana. Los ejemplares más pequeños no
superan la capa de altura y el cuarto de runcus de peso mientras que los más
grandes pueden llegar al thaski de alto y casi dos runcus de peso.
Sus
seis extremidades terminan en pequeñas garras y sus mandíbulas son fuertes.
Su
exoesqueleto está estriado y es siempre de color oscuro con tonos que van del marrón
chocolate al negro pizarra o negro azulado. Los ejemplares negros son los más
preciados pues se consideran descendientes directos de los allqus llegados
desde el Gran Paitití junto a las primeras migraciones de sikimira.
Pese
a su buen carácter y sociabilidad es una criatura que recela de los extraños lo
que le convierten en un buen guardián y centinela.
· Quwi
El
pequeño quwi vive en áreas abiertas y utiliza hoyos y madrigueras para
ocultarse y protegerse. Este menudo herbívero raramente alcanza una vigésima
parte de runcus de peso y su longitud es de entre media y una capa. De color pardo y blanco su exoesqueleto es
blando y aunque sus mandíbulas masticadores le permiten roer las raíces más
duras es totalmente inofensivo.
A
lo largo del tiempo muchas de las culturas de Karuchaqana han domesticado y
criado quwis para consumir su carne, curtir su exoesqueleto o incluso para
convertirlos en mascotas. Curiosos pero
a la vez timoratos y asustadizos huyen ante la menor amenaza.
· At
Hasta
no hace mucho el at era un desconocido en Karuchaqana. Esta criatura arribó a
las costas de las dos islas continente a bordo de las naves wayrurongo y por
ello es extremadamente raro que cualquier otro sintiente local posea uno.
El
at es una bestia de hasta una vara de altura y veinticinco runcus de peso
relativamente dócil si bien recela de los extraños y puede mostrarse violento
con estos. Este herbívoro de grupa redondeada y potente y porte orgulloso se
presenta en colores castaños y negros principalmente.
Fuerte
y resistente el at es capaz de desplazarse con soltura con cargas de siete
runcus a sus espaldas y puede ser amaestrado para tolerar la monta de un
sintiente y obedecer a sus instrucciones.
La
estampa de du wayrurongo cabalgando a lomos de un at es suficiente para
atemorizar a la mayoría de los locales de Karuchaqana que consideran a estas
bestias poco menos que demonios.
· Göt
Ligeramente
más pequeño que el at, el göt es otra criatura importada por los wayrurongo des
Kovan a Karuchaqana.
Extremadamente
resistente y capaz el göt es la principal bestia de carga de los wayrurongo.
Aunque también puede ser montado suele emplearse principalmente para
transportar mercancías de un lado a otro. La población de göts en Karuchaqana
se reduce a apenas unas docenas de ejemplares repartidos por ambas islas
continente y todos ellos son propiedad de pioneros o misioneros wayrurongo.
El
göt no puede galopar al ritmo que lo hace un at y es por tanto mucho más lento
pero su paso es firme y seguro. Además es una criatura especialmente terca y
tozuda lo que en ocasiones exaspera a sus dueños.
Probablemente emparentado con el allqu el köpek es
más grande y fiero que este. Llegado junto a los wayrurongo desde Kovan, se
emplea como guardián y centinela. Su aspecto puede ser feroz cuando se enfada e
incluso se dice que algunos han hecho frente con entereza a pomas adultos.
Apenas unas docenas de ellos pasean por las calles de la ciudad sagrada junto a
sus amos y quizá otra docena está repartida por las pequeñas colonias o
misiones de Karuchaqana.
Leal y juguetón en ocasiones, no hay que
subestimar su fuerza ni el poder de sus mandíbulas.
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