Historias del Concilio pretende dejar testimonio de casi treinta años de dados y rol.

En 1991 compré mi primer juego de rol. Fue El Señor de los Anillos, el juego de rol de la Tierra Media, traducido, publicado y distribuido en septiembre de 1989 por la editorial barcelonesa Joc Internacional. Era un libro de “tapa dura” con una ilustración de Angus McBride en la portada. Desde entonces y hasta hoy han pasado por mis manos literalmente docenas de manuales y entre mis amigos y yo hemos hecho rodar, literalmente, decenas de miles de dados de múltiples caras.

En 2011 hizo veinte años de nuestra primera partida y, puesto que ahora apenas si tenemos la oportunidad de quedar un par de veces al año, decidí embarcarme en el proyecto de rescatar algunas de las historias que durante este tiempo he compartido con ellos para, tras darles un formato digno, compartirlas con quien quiera leerlas. Me he propuesto publicar una aventura o módulo cada trimestre alternándolos con otras entradas sobre mi pasado, y escaso presente, como jugador y director de juego. Algunos de los módulos serán algo viejunos. Los hay bastante elaborados y otros muy sencillos. Más largos y completos o meras escenas, casi eventos para una partida rápida. Si alguien se reconoce en una de estas historias, gracias por haberlas jugado conmigo y bienvenido.

15 julio 2014

Hijos del Dios Sol - Chakapuma - Parte III

Tercera entrada sobre Chakapuma, la muchas veces sagrada. En esta ocasión con relatos sobre la ecónomia de la ciudad. Todavía habrá una cuarta publicación sobre Chakapuma, dedicada a las lenguas, la escritura y la vida cotidiana en la ciudad, para después proseguir este relato con textos sobre los pueblos más allá de la ciudad sagrada.
 
AGRICULTORES Y ARTESANOS
Chakapuma es una ciudad en continuo crecimiento y con una actividad frenética pero incapaz de alimentarse a sí misma. Los extensos campos que la rodean no proporcionan provisiones más que ara una pequeña parte de la población. La Ciudad Sagrada vive de las ofrendas que los grandes señores de Karuchaqana realizan. A diario llegan caravanas cargadas de grano, algodón y especias para los dioses.
 
Las ciudadelas sin embargo mantienen a algunos de los más diestros artesanos de Karuchaqana y sus obras son preciadas tanto en Hanan como en Hurin. 
 
Cultivos
A medida que uno se aleja del Hatum Qhapana la Ciudad Sagrada pierde en densidad y los campos labrados ganan presencia. Estos campos de cultivo son propiedad de las ciudadelas y hasta aquí se trasladan cada mañana aquellos trabajadores y esclavos que no duermen junto a ellos. Los primeros lo hacen para ofrecer su trabajo como ofrenda al templo que les da cobijo, los segundos para ganarse el derecho a seguir con vida. 
 
El llano alrededor de la ciudad está surcado de canales y depósitos igualmente propiedad de las ciudadelas y cuya agua es origen de no pocas discusiones. En Chakapuma la lluvia es escasa, y la única forma de regar los campos es mediante esta elaborada red de surcos, que envuelve las extensas tierras de cultivo que rodean la Ciudad Sagrada alimentados por pozos y depósitos. Esta red forma una compleja maraña de arterias que permiten al vital líquido regar las semillas que alimentarán a los hijos del Dios Sol.
 
Su trazado y correcto mantenimiento representa una de las tareas más importantes de los señores de las ciudadelas. Son una precisa obra de ingeniería, planeados al detalle para no desperdiciar ni una gota de agua; cuidadosamente optimizados y con un trazado casi perfecto, constantemente actualizado.
 
El cultivo más habitual es la sara, seguido de la apharuma, el inchik y los chuwi. También se cultivan con frecuencia frutas como la chirimoya o la papaya, además de otras legumbres, tubérculos  y hortalizas.
 
Como cabría esperar, todo el trabajo manual relacionado con la agricultura lo llevan a cabo los esclavos, que trabajan incansablemente, de sol a sol. Luchan continuamente por arrancar de la tierra lo suficiente para poder sobrevivir una estación más, sabiendo perfectamente que, si no hay alimento para todos este año, no serán los sacerdotes los que se queden en ayunas.
 
Animales
La correcta marcha de la ciudad está intrínsecamente ligada a los animales domésticos, y sin ellos la vida tal y como se conoce sería imposible. Los habitantes de Chakapuma han plegado a su voluntad muchos tipos de bestias, obteniendo de su explotación tanto materias primas como alimento. 
 
Posiblemente las reses más numerosas sean las karhuas y las paquchas. Su carne se consume fresca o en charqui y chalona; con su lana se confeccionan hilos y tejidos; sus esqueleto y excrementos tienen aplicaciones diversas como: instrumentos musicales, calzado, medicinas y abono respectivamente. También son los animales preferidos para los sacrificios religiosos. 
 
Los rebaños comunales son propiedad de las ciudadelas y se encontraban al cuidado de jóvenes esclavos que cuidan de ellos en los prados a las afueras de la Ciudad Sagrada.
 
Es un trabajo mucho más peligroso de lo que parece, pues a menudo caen presa de depredadores, incursores o ladrones.
 
Pero también se han domesticado otros animales. En corrales y granjas en el interior de las ciudadelas cerca de las ciudades pueden encontrarse  pilis y quwis. Éstos son criadas con muy diversos fines, como la obtención de carne o de huevos.
 
Todos ellos son vigilados por el allqu, el compañero más fiel del hijo del dios sol, que ha estado a su lado desde tiempos inmemoriales. 
 
Sin embargo no hay animales en Karuchaqana que proporcionen la fuerza física necesaria para el transporte de las vitales mercancías que llegan a la ciudad Sagrada desde cada rincón del mundo.
 
Pero no todos los animales que habitan cerca de la civilización traen beneficios al hijo del Dios Sol. Muchos hacen su hogar en ciudadelas y campos de cultivo en contra de la voluntad de sus propietarios, y no ocasionan más que problemas. 
 
Tienden a reproducirse con rapidez y atraer enfermedades, suciedad y problemas. En los casos más extremos incluso pueden provocar hambrunas al acabar con las reservas de alimentos u ocasionar incontrolables epidemias. Estas criaturas se hallan en tal variedad que resulta imposible enumerarlas a todas.
 
Artes y Artesanía
Miles de dotados artesanos trabajan de sol a sol en Chakapuma. Muchos de ellos son esclavos dedicados a producir los objetos de consumo diario pero también hay diestros maestros que crean artículos de gran belleza y excelsa factura. El arte y la artesanía son el principal valor de la Ciudad Sagrada y los beneficios que le reporta solo son superados por aquellos que la bendición de los dioses le ofrece. Ceramistas, tejedores, orfebres y otras docenas de oficios rivalizan por crear las piezas más hermosas que se utilizarán después en las ceremonias o se intercambiarán por grano para viajar después a los palacios de los señores y reinas de Chakapuma.
 
La Ciudad Sagrada es el hogar de gentes llegadas de todos los rincones de Karuchaqana lo que ha dado lugar a un mestizaje cultural rico y cambiante.
 
La cerámica que se produce en la Ciudad Sagrada se caracteriza por sus superficies pulidas, su fina decoración representativa de tendencia geométrica y el uso de los colores amarillo, negro, blanco, rojo y anaranjado. Suele decorarse con rombos, líneas, círculos, animales y frutos estilizados, así como plantas y flores. Se producen una amplia variedad de formas, tanto de cerámica fina, como de la doméstica sin decoración. Esta última se produce en masa mediante moldes de diferentes tipos los que permite series estandarizadas.
 
La producción textil es una de las principales industrias de la Ciudad Sagrada en la que se confeccionan finas vestimentas con adornos de plumas de exóticas, exquisitos bordados con adornos de oro y plata, además, se de ropa de uso común. Las técnicas más empleadas son las del hilado,  el brocado, la tapicería, la doble tela, el entrelazado, las caras de trama y urdimbre, y el anudado. 
 
El tejido es un elemento de especial importancia y valoración en Chakapuma, por lo tanto todas las ciudadelas de relevancia disponen de sus propios talleres  donde se  confeccionan tanto prendas finas como burdas. Una de las prendas más valoradas son los uncus, camisolas  caracterizadas por estar adornadas con figuras bordadas de carácter geométrico llamadas tocapu de gran complejidad y variedad de detalles. Las técnicas más empleadas son las del hilado,  el brocado, la tapicería, la doble tela, el entrelazado, las caras de trama y urdimbre, y el anudado.
 
La relación de los Hijos del Dios Sol con los metales es prolífica y los orfebres de la Ciudad Sagrada compiten en igualdad de condiciones con los mejores maestros de entre los Hijos de la Primera Esposa del Sol y los Herederos de la Luna. Los orfebres y artesanos del metal de Chakapuma trabajan el cobre, el bronce, la plata y el oro, siendo el repujado y calado de láminas el procedimiento más utilizado aunque también se emplean moldes de diferentes tipos. Los grandes hornos de sus talleres escupen al cielo oscuras columnas de humo visibles desde toda la ciudad y en su interior se producen desde adornos y hermosos objetos para uso ritual, en los que las decoraciones son eminentemente geométricas, hasta agujas para vestir, material quirúrgico o herramientas para el campo. 
 
EL COMERCIO
Como se ha dicho la Ciudad Sagrada es incapaz de mantenerse a sí misma y depende de los productos que llegan de otros lugares de Karuchaqana para subsistir. Por ese motivo el comercio es una de las actividades más importantes que se realizan a la ciudad. Chakapuma necesita alimentos y materias primas y sus artesanos producen productos elaborados de todo tipo y condición. Todo aquello que las ciudadelas no pueden conseguir en forma de ofrenda deben adquirirlo en el mercado.
 
En Chakapuma no se conoce la moneda y solo los Herederos de la Luna emplean el sul, una pieza rectangular y alargada de cobre como objeto de cambio. 
 
Todas las gestiones comerciales en los que no participa un Heredero de la Luna, e incluso muchas de estos, se llevan a cabo mediante el trueque, el intercambio directo de bienes. Esto deja un mayor espacio a la negociación, brillando con especial intensidad aquellos comerciantes más hábiles en este arte.
 
A pesar de todo, hay un producto que, por su especial demanda, puede servir como cambio casi universal para cualquier otro: el grano de sara. Resulta fácil darle salida y siempre está demandado, por lo que ciertas medidas del mismo (en volumen) son lo más parecido, con la excepción del sul, que existe en Karuchaqana a una moneda de cambio. 
 
Muchos comerciantes pensarán en cuánta cantidad de grano pueden obtener por algo y valorarán si lo que pretenden conseguir a cambio tiene un valor parecido.
 
Sin embargo, no siempre es práctico manejar el grano, especialmente si se están cambiando bienes tan valiosos que las cantidades a manejar serían poco prácticas. 
 
Para el fácil transporte de riqueza se emplea el oro. Pequeños fragmentos de este metal, cortados conforme a un peso estándar, es la forma de comerciar con objetos valiosos o caros, y de llevar una pequeña fortuna encima sin tener que recurrir a carros enteros cargados de sara.
 
También se puede recurrir a otros metales preciosos, como la plata o el platino, o incluso a gemas y joyas, pero todos ellos, incluido el oro, pueden sufrir cambios radicales de valor en función de dónde se encuentre uno.
 
Además, en el caso de las piedras preciosas, éstas no pueden ser partidas en fragmentos más pequeños para pagar con sólo una parte de ellas.
 
En un sistema como éste es imprescindible tener un conjunto de medidas preciso, que permita medir con exactitud cuánto se está cambiado. Éste es uno de los motivos por  el que mayores discusiones se originan en el mercado. Las naciones de Karuchaqana no comparten el mismo sistema de medidas y la traducción de uno a otro puede ser problemática y no siempre inmediata.
 
Afortunadamente en la Ciudad Sagrada algunos sistemas han ido imponiéndose sobre otros y los comerciantes que entran y salen de forma regular acaban por asumirlos como propios. 
 
Entre las unidades de medida de capacidad más comunes está la pokcha, que hace referencia a la cantidad de producto que puede almacenar una tinaja de media vara de alto. La potcoy hace referencia a la cantidad de grano de sara que cabe en la concavidad formada con ambas manos de un sikimira y el runcus a unas cestas grandes empleadas para medir volúmenes de productos como grano, tubérculos u hortalizas. El peso de un runcus lleno de grano de sara se emplea igualmente como medida de peso y para piezas pequeñas es común emplear el muru, peso de un grano de sara. Los comerciantes de Chakapuma emplean balanzas de platillos y redes para comprobar equivalencias y evitar ser engañados.
 
El tupu es la unidad de medida de superficie más común. En términos generales se define como el lote de tierra requerido para el mantenimiento de un sikimira adulto.  No corresponde a una medida exacta, pues sus dimensiones varían según las condiciones de cada terreno pues se tiene en cuenta   la calidad del suelo y de acuerdo con ello se calcula el tiempo de barbecho que es necesario tras varias cosechas.  Por norma general sin embargo se asume que una superficie de sesenta por sesenta varas configura un tupu genérico.
 
La unidad básica de longitud es la vara o rikra, altura media de un sikimira adulto y también su envergadura. El cuchuch, la distancia medida desde el codo hasta el extremo de los dedos de la mano de un sikimira adulto se emplea para objetos menores a una vara y la capa, palmo de un sikimira adulto, y el yuku ancho de un dedo de sikimira adulto para las dimensiones todavía menores.

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