Tercera entrada sobre Chakapuma, la muchas veces sagrada. En esta ocasión con relatos sobre la ecónomia de la ciudad. Todavía habrá una cuarta publicación sobre Chakapuma, dedicada a las lenguas, la escritura y la vida cotidiana en la ciudad, para después proseguir este relato con textos sobre los pueblos más allá de la ciudad sagrada.
AGRICULTORES
Y ARTESANOS
Chakapuma es una ciudad en continuo crecimiento
y con una actividad frenética pero incapaz de alimentarse a sí misma. Los
extensos campos que la rodean no proporcionan provisiones más que ara una
pequeña parte de la población. La Ciudad Sagrada vive de las ofrendas que los
grandes señores de Karuchaqana realizan. A diario llegan caravanas cargadas de
grano, algodón y especias para los dioses.
Las ciudadelas sin embargo mantienen a algunos
de los más diestros artesanos de Karuchaqana y sus obras son preciadas tanto en
Hanan como en Hurin.
Cultivos
A medida que uno se aleja del Hatum Qhapana la
Ciudad Sagrada pierde en densidad y los campos labrados ganan presencia. Estos
campos de cultivo son propiedad de las ciudadelas y hasta aquí se trasladan
cada mañana aquellos trabajadores y esclavos que no duermen junto a ellos. Los
primeros lo hacen para ofrecer su trabajo como ofrenda al templo que les da
cobijo, los segundos para ganarse el derecho a seguir con vida.
El llano alrededor de la ciudad está surcado de
canales y depósitos igualmente propiedad de las ciudadelas y cuya agua es
origen de no pocas discusiones. En Chakapuma la lluvia es escasa, y la única
forma de regar los campos es mediante esta elaborada red de surcos, que
envuelve las extensas tierras de cultivo que rodean la Ciudad Sagrada
alimentados por pozos y depósitos. Esta red forma una compleja maraña de
arterias que permiten al vital líquido regar las semillas que alimentarán a los
hijos del Dios Sol.
Su trazado y correcto mantenimiento representa
una de las tareas más importantes de los señores de las ciudadelas. Son una
precisa obra de ingeniería, planeados al detalle para no desperdiciar ni una
gota de agua; cuidadosamente optimizados y con un trazado casi perfecto,
constantemente actualizado.
El cultivo más habitual es la sara, seguido de
la apharuma, el inchik y los chuwi. También se cultivan con frecuencia frutas
como la chirimoya o la papaya, además de otras legumbres, tubérculos y hortalizas.
Como cabría esperar, todo el trabajo manual
relacionado con la agricultura lo llevan a cabo los esclavos, que trabajan
incansablemente, de sol a sol. Luchan continuamente por arrancar de la tierra
lo suficiente para poder sobrevivir una estación más, sabiendo perfectamente que,
si no hay alimento para todos este año, no serán los sacerdotes los que se
queden en ayunas.
Animales
La correcta marcha de la ciudad está
intrínsecamente ligada a los animales domésticos, y sin ellos la vida tal y
como se conoce sería imposible. Los habitantes de Chakapuma han plegado a su
voluntad muchos tipos de bestias, obteniendo de su explotación tanto materias
primas como alimento.
Posiblemente las reses más numerosas sean las karhuas
y las paquchas. Su
carne se consume fresca o en charqui y chalona; con su lana se confeccionan
hilos y tejidos; sus esqueleto y excrementos tienen aplicaciones diversas como:
instrumentos musicales, calzado, medicinas y abono respectivamente. También son
los animales preferidos para los sacrificios religiosos.
Los
rebaños comunales son propiedad de las ciudadelas y se encontraban al cuidado
de jóvenes esclavos que cuidan de ellos en los prados a las afueras de la
Ciudad Sagrada.
Es un trabajo mucho más peligroso de lo que
parece, pues a menudo caen presa de depredadores, incursores o ladrones.
Pero también se han domesticado otros animales. En corrales y granjas en el interior de las
ciudadelas cerca de las ciudades pueden encontrarse pilis y quwis. Éstos son criadas con muy diversos
fines, como la obtención de carne o de huevos.
Todos ellos son vigilados por el allqu, el
compañero más fiel del hijo del dios sol, que ha estado a su lado desde tiempos
inmemoriales.
Sin embargo no hay animales en Karuchaqana que proporcionen
la fuerza física necesaria para el transporte de las vitales mercancías que
llegan a la ciudad Sagrada desde cada rincón del mundo.
Pero no todos los animales que habitan cerca de
la civilización traen beneficios al hijo del Dios Sol. Muchos hacen su hogar en
ciudadelas y campos de cultivo en contra de la voluntad de sus propietarios, y
no ocasionan más que problemas.
Tienden a reproducirse con rapidez y atraer
enfermedades, suciedad y problemas. En los casos más extremos incluso pueden
provocar hambrunas al acabar con las reservas de alimentos u ocasionar
incontrolables epidemias. Estas criaturas se hallan en tal variedad que
resulta imposible enumerarlas a todas.
Artes y Artesanía
Miles de dotados artesanos trabajan de sol a sol
en Chakapuma. Muchos de ellos son esclavos dedicados a producir los objetos de
consumo diario pero también hay diestros maestros que crean artículos de gran
belleza y excelsa factura. El arte y la artesanía son el principal valor de la
Ciudad Sagrada y los beneficios que le reporta solo son superados por aquellos
que la bendición de los dioses le ofrece. Ceramistas, tejedores, orfebres y otras
docenas de oficios rivalizan por crear las piezas más hermosas que se
utilizarán después en las ceremonias o se intercambiarán por grano para viajar
después a los palacios de los señores y reinas de Chakapuma.
La Ciudad Sagrada es el hogar de gentes llegadas
de todos los rincones de Karuchaqana lo que ha dado lugar a un mestizaje
cultural rico y cambiante.
La
cerámica que se produce en la
Ciudad Sagrada se caracteriza por sus superficies pulidas, su fina decoración
representativa de tendencia geométrica y el uso de los colores amarillo, negro,
blanco, rojo y anaranjado. Suele decorarse con rombos, líneas, círculos,
animales y frutos estilizados, así como plantas y flores. Se producen una
amplia variedad de formas, tanto de cerámica fina, como de la doméstica sin
decoración. Esta última se produce en masa mediante moldes de diferentes tipos
los que permite series estandarizadas.
La
producción textil es una de las principales industrias de la Ciudad Sagrada en
la que se confeccionan finas vestimentas con adornos de plumas de exóticas,
exquisitos bordados con adornos de oro y plata, además, se de ropa de uso
común. Las técnicas más empleadas son las del hilado, el brocado, la tapicería, la doble tela, el
entrelazado, las caras de trama y urdimbre, y el anudado.
El
tejido es un elemento de especial importancia y valoración en Chakapuma, por lo
tanto todas las ciudadelas de relevancia disponen de sus propios talleres donde se
confeccionan tanto prendas finas como burdas. Una de las prendas más
valoradas son los uncus,
camisolas caracterizadas por estar
adornadas con figuras bordadas de carácter geométrico llamadas tocapu de gran complejidad y variedad
de detalles. Las
técnicas más empleadas son las del hilado, el brocado, la tapicería, la doble tela, el
entrelazado, las caras de trama y urdimbre, y el anudado.
La relación de
los Hijos del Dios Sol con los metales es prolífica y los orfebres de la Ciudad
Sagrada compiten en igualdad de condiciones con los mejores maestros de entre
los Hijos de la Primera Esposa del Sol y los Herederos de la Luna. Los orfebres
y artesanos del metal de Chakapuma trabajan el cobre, el
bronce, la plata y el oro, siendo el repujado y calado de láminas el
procedimiento más utilizado aunque también se emplean moldes de diferentes
tipos. Los grandes hornos de sus talleres escupen al cielo oscuras columnas de
humo visibles desde toda la ciudad y en su interior se producen desde adornos y
hermosos objetos para uso ritual, en los que las decoraciones son eminentemente
geométricas, hasta agujas para vestir, material quirúrgico o herramientas para
el campo.
EL COMERCIO
Como se ha dicho la Ciudad Sagrada es incapaz de
mantenerse a sí misma y depende de los productos que llegan de otros lugares de
Karuchaqana para subsistir. Por ese motivo el comercio es una de las
actividades más importantes que se realizan a la ciudad. Chakapuma necesita
alimentos y materias primas y sus artesanos producen productos elaborados de
todo tipo y condición. Todo aquello que las ciudadelas no pueden conseguir en
forma de ofrenda deben adquirirlo en el mercado.
En Chakapuma no se conoce la moneda y solo los
Herederos de la Luna emplean el sul, una pieza rectangular y alargada de cobre
como objeto de cambio.
Todas las gestiones comerciales en los que no
participa un Heredero de la Luna, e incluso muchas de estos, se llevan a cabo
mediante el trueque, el intercambio directo de bienes. Esto deja un mayor
espacio a la negociación, brillando con especial intensidad aquellos
comerciantes más hábiles en este arte.
A pesar de todo, hay un producto que, por su
especial demanda, puede servir como cambio casi universal para cualquier otro:
el grano de sara. Resulta fácil darle salida y siempre está demandado, por lo
que ciertas medidas del mismo (en volumen) son lo más parecido, con la
excepción del sul, que existe en Karuchaqana a una moneda de cambio.
Muchos comerciantes pensarán en cuánta cantidad
de grano pueden obtener por algo y valorarán si lo que pretenden conseguir a
cambio tiene un valor parecido.
Sin embargo, no siempre es práctico manejar el
grano, especialmente si se están cambiando bienes tan valiosos que las
cantidades a manejar serían poco prácticas.
Para el fácil transporte de riqueza se emplea el
oro. Pequeños fragmentos de este metal, cortados conforme a un peso estándar,
es la forma de comerciar con objetos valiosos o caros, y de llevar una pequeña
fortuna encima sin tener que recurrir a carros enteros cargados de sara.
También se puede recurrir a otros metales
preciosos, como la plata o el platino, o incluso a gemas y joyas, pero todos
ellos, incluido el oro, pueden sufrir cambios radicales de valor en función de
dónde se encuentre uno.
Además, en el caso de las piedras preciosas,
éstas no pueden ser partidas en fragmentos más pequeños para pagar con sólo una
parte de ellas.
En un sistema como éste es imprescindible tener
un conjunto de medidas preciso, que permita medir con exactitud cuánto se está
cambiado. Éste es uno de los motivos por
el que mayores discusiones se originan en el mercado. Las naciones de Karuchaqana
no comparten el mismo sistema de medidas y la traducción de uno a otro puede
ser problemática y no siempre inmediata.
Afortunadamente en la Ciudad Sagrada algunos
sistemas han ido imponiéndose sobre otros y los comerciantes que entran y salen
de forma regular acaban por asumirlos como propios.
Entre
las unidades de medida de capacidad más comunes está la pokcha, que hace referencia a la cantidad de producto que puede
almacenar una tinaja de media vara de alto. La potcoy hace referencia a la
cantidad de grano de sara que cabe en la concavidad formada con ambas manos de
un sikimira y el runcus a unas cestas
grandes empleadas para medir volúmenes de productos como grano, tubérculos u
hortalizas. El peso de un runcus lleno de grano de sara se emplea igualmente
como medida de peso y para piezas pequeñas es común emplear el muru, peso de un
grano de sara. Los comerciantes de Chakapuma emplean balanzas de platillos y
redes para comprobar equivalencias y evitar ser engañados.
El tupu es la unidad de medida de
superficie más común. En términos generales se define como el lote de tierra
requerido para el mantenimiento de un sikimira adulto. No corresponde a una medida exacta, pues sus
dimensiones varían según las condiciones de cada terreno pues se tiene en
cuenta la calidad del suelo y de
acuerdo con ello se calcula el tiempo de barbecho que es necesario tras varias
cosechas. Por norma general sin embargo
se asume que una superficie de sesenta por sesenta varas configura un tupu
genérico.
La unidad básica de
longitud es la vara o rikra, altura media de un sikimira adulto y también su
envergadura. El cuchuch, la distancia medida desde el codo hasta el extremo de
los dedos de la mano de un sikimira adulto se emplea para objetos menores a una
vara y la capa, palmo de un sikimira adulto, y el yuku ancho de un dedo de sikimira
adulto para las dimensiones todavía menores.
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