Con todos sus defectos Chakapuma, la ciudad
sagrada, es un remanso de paz y civilización en medio de la vorágine que
consume a Karuchaqana. A medida que el viajero se aleja de sus ciudadelas se
expone a grandes peligros. Los territorios salvajes están plagados de bestias y
pueblos bárbaros que no conocen amigo. Los grandes imperios no son más seguros,
inmersos en continuas guerras, combatiendo por la tierra, los recursos, el amor
de un dios o el derecho a existir.
Más allá de la ciudad sagrada Karuchaqana es un
lugar inhóspito y cruel en el que solo los más capaces sobreviven. Las grandes
culturas tratan de domesticarlo con sus canales y andenes, con caminos y
ciudades. Los menos dotados se dejan llevar por los días y toman aquello que
reciben de la madre tierra con humildad, sabedores de que el día que sigue
pueden no disponer de nada. Los hay incluso que vagan sin rumbo ni destino,
siguiendo las oportunidades que el archipiélago les ofrece.
SENDAS Y CAMINOS
Karuchaqana es un
lugar salvaje y en su mayor parte sin civilizar pero durante ciclos los sikimira
de Hanan han trazado a través de la selva y las montañas caminos y sendas
empedrados para comunicar una comunidad con otra y para que cada una de estas
disponga de rutas que le permitan ejercer un control efectivo sobre su
territorio. La red vial sikimira recibe el nombre de Qhapaq Ñan y tiene la
doble función de facilitar el comercio y la administración. Los kumihin de Hurin han realizado un esfuerzo
similar si bien menos productivo. Las sendas en la isla continente del sur son
pobres y estrechas y solo la muy transitada
ruta entre Chakapuma y Hunza.
Las sendas tienen
diferentes tamaños según sea el territorio por el que circulan y su estado y
calidad varía desde pistas estrechas y serpenteantes sin pavimentar a caminos
empedrados y bien conservados.
Las dos rutas
principales discurren desde Chakapuma hacia el norte, resiguiendo la costa de
levante y enlazando las ciudades de los Señoríos de Ñawpa la primera y hacia el
oeste por la orilla del Quchanchik la segunda. Estos caminos están protegidos por muros de
contención allí donde las nieves de la Rit'ijina
pueden amenazarlos y los tramos susceptibles de ser inundados han sido
equipados con sistemas de drenaje para
las aguas; en las partes desérticas se han acondicionado canales en los lindes
para que el viajero calme su sed y árboles frutales guardan los flancos de
estos ofreciendo sombra de los caminantes. En los desiertos de la costa donde
el viento cubre con arena los caminos se han colocado postes jalonándolo para
evitar que el viajero se extravíe. Los Herederos de la Luna guardan y conservan
la ruta del mar interior mientras que las comunidades que se desarrollan a lo
largo de la ruta de levante se hacen cargo de esta. El estado de cada sección
varía según los recursos de cada comunidad y en los territorios en litigio puede
que incluso llegue a desaparecer pues la construcción de caminos es dura y
peligrosa y solo se dedican esfuerzos a algunos tramos durante períodos de
tregua. De todas formas mantener una
ruta en condiciones es una demostración
de poder sobre el territorio por lo que las reinas y señores no suelen
escatimar esfuerzos en la tarea para asegurarse
el control sobre las provincias anexadas, de esa manera se pueden
trasladar más rápidamente los funcionarios y las tropas.
Una tercera ruta se
une al camino del norte desde los Anti y asciende hasta el altiplano. Es el
Camino de Warmi. La ruta que la madre de los Hijos de la Primera Esposa del Sol
seguirá hasta Chakapuma el día que retorne al Gran Paitití.
A estas rutas principales
se une una red de caminos secundarios menores que unen las diferentes
comunidades y ciudades de cada región.
La construcción de
puentes se hace indispensable debido a la realidad geográfica de Hanan y Hurin
y estos se presentan en múltiples formas manifestación del poderío tecnológico
de los sikimira. Los puentes más comunes están ejecutados con troncos de
árboles y los elaborados con trenzas de diversas fibras. Hay puentes,
flotantes, colgantes e incluso sistemas de poleas y levadores en las zonas de
muy difícil acceso.
A la entrada de los
puentes se apostan locales cuya función es cobrar un peaje proporcional a la
carga que se pretende trasladar a los foráneos. Estos peajes suelen ser
elevados per olas ventajas de emplear las rutas sikimira bien merecen lo que
cuestan.
CARAVANAS Y MENSAJEROS
Por dura que se presente una negociación, todos
los mercaderes están de acuerdo en que la parte más complicada y tensa de su
trabajo es el transporte de los productos y materias primas desde su origen hasta
el lugar en el que habrán de ser vendidos. Pocos pueden decir que han vivido
aventuras con más razón que un comerciante veterano.
Uno de estos curtidos individuos seguramente
podría entretener a cualquiera durante días contando las terribles situaciones
en las que se ha visto a lo largo de sus viajes.
En un mundo en el que la mayoría de la gente no
abandona nunca su ciudad natal, el viajar está lleno de emociones y para nada
exento de peligros.
La caravana media es una visión impactante,
compuesta por numerosos comerciantes, esclavos y bestias de carga, sin olvidar
a los guardias armados. Aunque existen caravanas de menor tamaño, sobre
todo las que precisan de discreción, no son algo habitual. La mejor defensa
contra bandidos, animales salvajes u otros peligros es el número.
Compartir monturas, comida y mercenarios durante
el viaje es una sabia medida, y muchos olvidan las rivalidades comerciales una
vez puestos en camino. Hoy por ti mañana por mí.
Aquellas caravanas que pueden aprovechan los
caminos y sendas de Hanan y Hurin pues vale la pena pagar los peajes que las
reinas y señores imponen a cambio de la relativa seguridad y la indiscutible
comodidad que proporcionan.
A lo largo de los
caminos se han levantado puestos para el descanso conocidos como tampus algunos de los cuales
pueden alojar a varias docenas de viajeros y disponen de corrales para karhuas.
Las comunidades locales se encargan del mantenimiento de los tampus y el
viajero está obligado a entregar a cambio un tributo en especia a cambio del
alojamiento.
Los mercaderes que
deben apartarse de las grandes rutas y caminos han de estar seguros de que el
riesgo merece la pena y de que al final de la aventura les espera una
recompensa suficiente pues los riesgos que corren son innumerables.
Los Hijos de la
Primera Esposa del Sol han puesto en marcha un sistema especial de correos
llamados chasquis. A aquellos elegidos para esta tarea se les prepara desde la infancia
facilitándoles poca comida y bebida de forma que se acostumbren a la dureza de
su labor. Los mensajes se transmiten de forma oral y los chasquis han jurado
mantener en secreto la información que transportan. En ocasiones estos correos
se encargan de portar pequeñas mercancías cuya entrega pueda considerarse
urgente.
Los chasquis recorren
pequeñas etapas de la ruta relevándose unos a otros de forma que la información
viaje de forma ininterrumpida de un lugar a otro. Este sistema permite a la
reina Warmi y su corte mantener un control efectivo sobre todo su territorio e
incluso intervenir en lo que acaece en la Ciudad Sagrada pues entre Chakapuma y
Qosqo los chasquis se relevan cada tres mil varas que recorren tan rápido como
pueden. Esto permite que en solo dos amaneceres el sacerdote de la Ciudadela de
la Primera Esposa del Sol haya alertado a su reina sobre cualquier
acontecimiento relevante ocurrido en la ciudad sagrada.
Los Herederos de la
Luna por su parte confían en sus caravanas comerciales para trasladar la
información. El sistema es más lento pero también menos costoso. Cualquier otra
reina o señor sikimira debe confiar en sus súbditos o lacayos, o incluso
mercenarios, para trasladar información más allá de sus dominios.
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