Última entrada dedicada a la mayor de las urbes de Karuchaqana. Chakapuma, la muchas veces sagrada, es un crisol de culturas y ello marca el día a día de sus habitantes.
LAS
LENGUAS
La ciudad sagrada recibe a gentes de muchos
orígenes y cada uno trae consigo su lengua propia. Pero entre todas ellas no
hay ninguna más importante que el Qichwa, la lengua de Inti, aquella con la que
el Dios Sol se dirigió a sus hijos en los días de júbilo y abundancia. El Qichwa
es el idioma de los templos y los sacerdotes y es también la lengua que los sikimira
han tomado como propia, la lengua de los verdaderos y únicos hijos puros de
Inti. Pese a que existen multitud de registros y dialectos el Qichwa se ha
convertido en la lengua franca de Chakapuma y también en gran parte de Hanan.
Pero el Qichwa no es la única lengua en la que
se ora en la Ciudad Sagrada. Los pallaysu tienen sus propias lenguas, la más
extendida de las cuales es el Arawak. Una lengua antigua que se escuchó de norte a sur de Karuchaqana
antes de que el Qichwa la ahogara. Ahora solo se puede oír a los más antiguos
de entre los pallaysu emplearla, normalmente en susurros secretos que pretenden
ocultarla de la ira de los sikimira. La influencia entre ambas es manifiesta y
los vocablos comunes son muchos pero las diferencias son igualmente evidentes y
para el no versado en ambas tanto la una como la otra resultan inteligibles.
Los sikimira consideran el Arawak la lengua de los pecadores y está prohibida
en muchos templos y lugares. Es también la lengua de los esclavos, de la
suciedad, del desorden y el caos.
Además del Qichwa y el Arawak en las calles de
la Ciudad Sagrada no es extraño escuchar los ecos del Myuskkubun de los kumihin
de Hurin, el Reo de las islas de Chakapwasiwarana y los cientos de
lenguas de los thamaykachay y el resto de pueblos salvajes, el Tup, el Chib o
el Kairb, todas ellas con sus dialectos y formas.
Desde
hace algunas generaciones el Yakinlastirma de los wayrurongo, el idioma en el
que se ha realizado la Promesa, ha hecho también acto de presencia. Es el
idioma en el que los misioneros wayrurongo ofician sus servicios y el que estos
emplean para comunicarse entre ellos. Si los sikimira desprecian el Arawak, lo
que sienten por el Yakinlastirma no puede considerarse más que odio. Emplear el
idioma de la Promesa en un templo de la Ciudad Sagrada puede ser castigado
incluso con la muerte.
KHIPU
La escritura es un bien sagrado propio y exclusivo de los sacerdotes sikimira,
hijos predilectos de Inti y depositarios de su sabiduría. La enseñanza de la
escritura se realiza en los templo y solo a aquellos individuos destinados a
asumir las más altas responsabilidades. De esta forma el clero se asegura una
posición de poder como albaceas de la historia y la memoria del Entom. Solo el Qichwa,
como lengua propia del Dios Sol, está destinada a ser registrada y solo el Qichwa
tiene una correspondencia directa con el sistema de hebras de colores nudos y
formas que conforman el qhipu.
El qhipu es el soporte físico de la palabra de Inti.
Un cordel largo del cual penden una serie de cordeles de distintas longitudes y
colores a distancias variables entre ellos y sobre los que se realizan nudos de
diferentes formatos. No es un texto propiamente dicho sino más bien un grafismo
que permite, a modo de regla nemotécnica, recitar historias, secuencias, o
números.
Para los comunes, las castas menos capacitadas,
los esclavos y las especies impuras los khipus son un enigma indescifrable, un
acertijo inalcanzable, y a su vez un pecado mortal pues la muerte es el castigo
para el maestro que enseñe a un profano a leerlos y para el alumno que mostrase
suficiente destreza para para aprender el complejo arte de descifrarlos.
Sin embargo un nuevo arte ha llegado a Karuchaqana
de la mano de los wayrurongo. Un arte que permite que las palabras de todas las
especies y todas las lenguas queden registradas. Un arte blasfemo e impío a los
ojos de los sacerdotes de la Ciudad sagrada que los más capaces de los
misioneros y señores de Kovan practican con impudicia. La pluma y el papel son objetos extraños
todavía pero la palabra del creador puede tocarse gracias a ellos.
EL
DIA A DIA
La vida en la Ciudad Sagrada es dura para la
mayoría y exigente incluso para los que ocupan la cúspide de la pirámide
social. Todos tienen a que dedicar su jornada desde el momento que el Dios Sol
se asoma por el horizonte hasta que se retira en poniente.
El primer rayo de sol es recibido con las
armonías que desde todos los templos a Inti dedicados en Chakapuma le agradecen
la luz y el calor que porta. Son los rituales del despertar. Las puertas de las
ciudadelas se abren y los trabajadores, siervos
y esclavos doblan su espalda para ofrecerse a su dios, su comunidad o su
amo.
Gastronomía
Pese a que en los platos de los señores de la
Ciudad Sagrada no falta comida tampoco cometen excesos. Es cierto que son los
únicos que comen carne pues a los siervos y esclavos les está vetada y solo
tienen la oportunidad de probarla en celebraciones o fechas señaladas pero no
es menos cierto que la dieta de unos y otros se organiza alrededor de la los
platos cocinados a base de sara o apharuma.
El primero es un cereal cuyo grano puede ser
tostado, hervido, molido y amasado. La segunda un tubérculo carnoso que puede
ser asado, hervido, secado o preparado de mil formas distintas añadiendo
múltiples especias y condimentos. Pese a ello la dieta es variada pues se
complementa de diferentes tipos de verduras y hortalizas preparadas de diversas
formas.
Las castas menos favorecidas toman dos comidas
al día, a la novena y décimo octava hora, mientras que los esclavos suelen
tener que conformarse con solo la primera de ellas. El plato principal suele
ser el chuño, preparado a base de harina de apharuma deshidratada a la que se
añade agua, ají y sal para después hervir la masa resultante. Todo ellos se
presenta en cuencos de barro o madera cuando no en el mismo recipiente en el
que se cocinó El menú se completa con preparados de chuwi muy especiados,
frutos o legumbres.
En la mesa de los más afortunados no puede
faltar la carne de karhua o paqucha, pero también de quwi o pili, todas ellas
asadas o hervidas. Los ágapes dan comienzo con un surtido de frutas tras los
cuales se presentaban los principales manjares sobre esteras de junco
trenzados. Los comensales disponen de platos de cerámica o, si pertenecen
realmente a la elite de la ciudad, de cobre, bronce o incluso oro y plata.
No es común mezclar el alcohol con la comida
pero una vez terminada esta es habitual consumir grandes cantidades de chicha,
una bebida fermentada no destilada de grano de sara cuyo color varía según la
tipología del cereal empleado. La chicha de jora, de color amarillento y alto
grado alcohólico es la más popular de estas bebidas que se emplean también para usos
ceremoniales.
Música y Danza
Entre la cacofonía que conforma el paisaje
sonoro de la ciudad sagrado no es difícil encontrar el son de armonías y
melodías musicales. La música y la danza tienen un papel capital tanto en la
vida diaria como en la religiosa de Chakapuma.
Cada
práctica de la vida cotidiana tiene su representación musical. Se ejecutan
danzas y melodías durante las labores agrícolas para amenizar las duras
jornadas de trabajo, y existen otras dedicadas a la ganadería, el trabajo
artesano, la guerra, los funerales, los ritos de iniciación y obviamente para
las celebraciones y el culto. Tanto la música como la danza cumplen un
importante rol en la cohesión de cada comunidad.
Se caracteriza por ser pentatónica sin tonos
intermedios, y es interpretada mediante instrumentos de viento que simbolizaban
el cielo y de percusión que simbolizaban la naturaleza. No se emplean ni conocen
los instrumentos de cuerda.
Entre los instrumentos más populares se
encuentran las flautas de caña, carrizo, huesos o cerámica. Las hay pequeñas y
grandes y de número de cañas variados.
Las quenas, pincullos o antaras pueden verse por toda la ciudad. Se conoce por
tinya a los tambores pequeños y por huáncar a los de mayor tamaño y sonido más
grave. Los cascabeles y sonajas acompañan por norma general a los danzarines
añadiendo sonoridad a la composición.
Los intérpretes pertenecen a todas las castas
y su desempeño suele estar vinculado a una representación o ambiente. Los
músicos sikimira de los templos entonan las melodías en las ceremonias
religiosas y las danzas que las preceden y cierran. Los errantes thamaychakay
interpretan sus tonadas en los mercados y calles de la ciudad a cambio de unas
monedas y los más diestros de los pallaysu confortan el corazón de sus
compañeros en las horas de asueto al final de un día de duro trabajo.
Deportes y Pasatiempos
La vida en la Ciudad Sagrada no deja mucho
tiempo para los deportes y los pasatiempos ni siquiera a los más dignos de los
sacerdotes que se deben a su comunidad y culto. Con todo es habitual que las
celebraciones importantes se acompañen de eventos en los que los más diestros
ponen a prueba sus capacidades.
Muchos de estos eventos tienen un valor
simbólico muy fuerte y están relacionados con hitos en la vida de la ciudad. La
cosecha de la sara suele acompañarse de juegos en los que grandes hachones de
paja, grandes como un sikimira, son prendidos en los campos y se hacen rodar
los unos contra los otros tratando de expulsar del área de juego a la pieza de
los rivales.
Otros juegos de pelota se realizan antes de la
siembra y otros en conmemoración de momentos clave en el itinerario del Dios
Sol por la bóveda celeste.
La lucha
es, sin embargo, la gran pasión de los habitantes de la Ciudad Sagrada. Pese a
que la violencia en Chakapuma está prohibida rara es la noche en la que no
tienen lugar un combate. Los grandes señores abandonan al amparo de la noche
sus ciudadelas y acuden a los apartados recintos de las afueras en los que
siervos y esclavos se baten por una pingue recompensa en la mayoría de los
casos.
Las apuestas son comunes y los campeones suelen
recibir el patrocinio de valedores que los acomodan en sus ciudadelas y les
procuran una vida más digna de la que conseguirían por otros medios. Raros son
los sikimira que participan de estos combates pues ellos prefieren que sean los
pallaysu o chutu waqracha los que sufran los rigores de la lucha para su
divertimento. Estos se enfrentan con las manos desnudas lo que no impide que
más de uno resulte gravemente herido o incluso que muera.
Estos encuentros secretos son tolerados por los
sacerdotes de la mayoría de las ciudadelas, los más impíos de los cuales incluso
acuden a ellos.
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